A Antonio le quedan un par de meses para cumplir los 80, y por aquí se nos queda la boca abierta con la vitalidad y energía desbordante que transmite.
Aunque viene de Madrid, vive en A Coruña, donde colabora en Teranga, programa de atención integral a personas migrantes. Podríamos decir que es un poco “todoterreno” y se apunta a lo que haga falta: es voluntario en formación y en el punto de encuentro, y donde pueda ver que hace falta una mano, ahí aparece la suya. También es voluntario en la Asociación Parkinson Galicia y en la Institución Padre Rubinos.
Cree que el voluntariado le aporta mucho a nivel personal: “A la vez que yo puedo aportar, me aportan a mí su experiencia. Y si hablamos de personas migrantes… es como acudir a una enciclopedia: sus vivencias, su país…”
Sobre el voluntariado: “Para ser voluntario o voluntaria creo que hay que tener una capacidad de empatía bastante fuerte. También capacidad de comunicación, estar abierto, ser receptivo a lo que te puedan contar…” Y apunta: “Cualquiera está capacitado para hacer este cometido, si tienes ganas de ser útil a la sociedad, cuando se tiene tiempo, se trata de hacer algo bueno en la sociedad”.
De su primer día como voluntario en Teranga Coruña recuerda: “Me dijeron que me iba a poner en la cafetera. Yo no había tocado una cafetera italiana en mi vida, así que fue un poco desastre. Pero fue cuestión de ponerme y aprender. También me presentaron a todo el mundo. Estoy como en familia, el trato es buenísimo. ¡Me acogieron de maravilla!”
Añade también que: “Hoy en día, no diría “racistas”, pero sí somos muy “desapegados”… Lo más bonito de JuanSoñador es esa acogida, la afabilidad, la sonrisa… Es muy bueno.”
Y para terminar, Antonio comparte esta reflexión: “Vivimos en una sociedad muy competitiva. El que no tiene las herramientas necesarias queda apartado. Es lo que pasa con la migración. Las entidades como JuanSoñador aportan esas herramientas para que quien las necesita tenga más oportunidades, para poder sobrevivir en esta sociedad.”
Gracias Antonio, por demostrar tanto, por compartir tu experiencia, tus reflexiones y tu energía, por ser parte y sentirte parte de esta familia de soñadores y soñadoras.
Y nos despedimos con la intención de pasarnos por Coruña y tomarnos un café para charlar con más calma. Ahora que Antonio tiene la cafetera italiana de su mano ya no tenemos excusa 😉