La época navideña ha llegado a su fin. A pesar de esto, todo lo vivido durante estos días permanecerá siempre en nuestra impronta emocional. Muchas de nosotras y nosotros hemos disfrutado de días de reencuentro con familiares y amistades; hemos compartido comidas, cenas, risas, abrazos…y, sobre todo, hemos sentido la ilusión de unas fechas tan entrañables.
Más allá de esta posible vivencia de la natividad; es importante ampliar la mirada. Salir de nuestro círculo relacional personal y, aprovechar la oportunidad que nos brindan las personas a las que acompañamos para compartir espacios de interacción sin grandes aspiraciones. Pues, es importante, que también entren en nuestras agendas actividades en las que la centralidad la ocupe el disfrutar y regalarnos tiempo para estar. Para que, desde el calor que ofrece el grupo, podamos dejar por unos instantes las preocupaciones individuales y permitamos entrar la ilusión – tan propia de estas fechas- en comunión con el Otro.
Como esta festividad es sinónimo de compartir, eso mismo, es lo que hemos hecho con las personas participantes del programa Teranga. La tarde del pasado 22 de diciembre, unas 60 personas, nos reunimos en nuestras instalaciones de Ourense para degustar un magnífico chocolate con churros en un ambiente de fiesta y de placer por el encuentro. Al mismo tiempo que disfrutamos de tan suculento manjar –muy apropiado para los días invernales- bailamos y compartimos charlas y cantos. Después de este momento, todas y todos juntos, nos fuimos a recorrer las calles de Ourense para visionar el alumbrado navideño. Como acabamos de decir, recorrimos las calles hasta llegar al mercadillo instalado en el Parque san Lázaro de la ciudad. En el mencionado parque dimos por finalizada la actividad y cada una de las personas siguió con su día. Quizá no nos haya tocado la lotería pero el premio de compartir en comunidad es nuestro.