by Fundación JuanSoñador | 18 septiembre, 2014 12:55 pm
No hace falta decir su nombre. Podría ser Mamadou, Ndiaga, Abdou, Cheikh, Maba, Galame, Ibrahima, Modou, Ousmane… Cualquier nombre de chico senegalés, que vino a España buscando una vida mejor para él y su familia. Tampoco hace falta decir si saltó la valla de Ceuta o Melilla, o si entró en patera por Canarias, Granada, Algeciras… Eso ya no es importante.
Es uno de tantos que vienen y malviven en nuestro país, tres, cuatro, cinco años… quizás más. Es uno de tantos que ya aprendió a hablar español, con cierta gracia, para hacerse querer y entender entre nosotros. Es uno de tantos que encontró a otros senegaleses que lo acogieron en su casa y le dieron oportunidades aquí. Es uno de tantos que se movió de una esquina a otra de la ciudad, apañándoselas para ganarse un dinerillo para comer, vivir y enviar también algo a Senegal.
Unos lo atribuyen a Alá, otros a un golpe de suerte… El caso es que, después de tanto sufrir en tierra extranjera, ya está a punto el trámite de sus antecedentes penales para poder adjuntar a la solicitud, tan ansiada, del permiso de residencia y trabajo en España.
La realidad nos dice que tienes que pasar por el aro y pedir permiso ante las autoridades para que te den un derecho que ya tenías desde que naciste, el derecho a vivir. Pero el Poder es mucho más que cualquier dios de cualquier religión. Cuando las órdenes vienen de arriba, de nada vale todo lo que has hecho por seguir viviendo, de nada vale que seas blanco o negro, latino o africano. Cuando el Poder manda, no le hables de familia, de vida, de amigos, de trabajo, de sufrimiento… Cuando las órdenes vienen de arriba, lo que importan son los números, las estadísticas, los votos… incluso las posibilidades de ascenso en el puesto de trabajo.
Y alguien dio la orden. Septiembre. Un nuevo vuelo de la vergüenza, desde Madrid, con dirección a Senegal. Y allá fueron de vuelta tantos y tantos sueños, personas, vidas, dinero invertido en trámites, noches durmiendo en soledad, frío, tristeza… Un nuevo fracaso familiar. Los que mandan no saben de sentimientos, ni de sueños y esperanzas. Quizás por eso las órdenes siempre seguirán viniendo de arriba. Y la opinión pública seguirá sin saber qué pasa realmente en las calles, en los CIE… y qué hay de legal o ilegal en todo ello. Y otros se acogerán al dicho de “ver, oír y callar”.
¡Buen viaje y buena suerte, amigo! Saludos a tu familia en Senegal. Aquí seguirás teniendo tu casa y otra familia que siempre te acogerá.
(El Equipo Educativo del Programa Teranga en Ourense, de la Fundación JuanSoñador, en homenaje a esas personas a quien hemos tenido la suerte de conocer, y que, una vez más, han visto truncados sus sueños por la mala gestión de los que tienen el poder en sus manos).
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