“El otoño siempre es símbolo del cambio de color en los paisajes y la bajada de las temperaturas. Los colores verdes se tornan en rojizos y amarillentos, y los árboles tiran las hojas secas que los cubren.
También es época de cosechas, un gran momento para analizar nuestro crecimiento personal durante el año y olvidarnos de aquellas experiencias negativas, que son las que más aprendizaje nos proponen. Es tiempo también de buscar la alegría, de compartir con los demás y de proyectar un futuro con ideas de renovación.
En la actualidad, la infancia tiene menor contacto con la naturaleza y el otoño es una época ideal para disfrutarla, algo que da explicación a problemas como la obesidad y la adicción a las nuevas tecnologías entre los más jóvenes.
Los niños necesitan socializar, jugar, mejorar sus capacidades físicas y que mejor experiencia que conquistar la calle, el monte y los parques.
El parque estimula la creatividad, la imaginación es referente para proyectar diferentes roles de la sociedad, escuela de profesiones. ¡Tenemos fuego en esta casa, que vengan los bomberos!, se escucha en el ambiente. Además, es el hogar perfecto para compartir, para lidiar con las frustraciones y luchar contra todo lo inmediato, donde los mayores vuelven a ser niños y los abuelos recuperan vitalidad.
Recuerdo en mi infancia, en mi Galicia natal, cuando llegaba el otoño, salía con mi padre a buscar setas. Encendíamos la cocina de leña y asábamos castañas; dónde mayores y pequeños disfrutábamos de largas sobremesas al calor del fuego y al rico sabor de este fruto tan típico de esta estación.
Eran momentos de familia, de compartir y que ya Don Bosco con sus chicos en el oratorio celebraba con claro símbolo de gratificar su buen comportamiento.
En nuestro desempeño profesional como educadores, es importante recordar que este símbolo nos invita a crear un clima de hogar, que nuestros ambientes de convivencia sean positivos y felices, de educar desde lo positivo y con amor valorando siempre sus buenos actos.
He conocido muchos chicos que me han marcado, por historias de vida muy complejas y en donde nuestra labor fundamental ha sido empujarlos para caminar hacia adelante y en dar una sonrisa cada día para caminar hacia un futuro mejor.
Los mejores momentos han sido los momentos de celebración, como un buen magosto o una salida por la naturaleza, siempre es algo que quedará grabado en esos recuerdos de infancia y juventud a su paso por nuestra Casa Hogar Don Bosco.
Así que os invito a salir al parque, luchemos todos juntos contra esos grandes enemigos actuales como son el sedentarismo y el aislamiento de las redes sociales y sus efectos negativos en los jóvenes en su salud mental. Tenemos que animar a la juventud a caminar con determinación hacia su futuro cuidando además de nuestro medio ambiente.
Ya como últimas letras de este pequeño texto me gustaría poner en valor que debemos respetar las tradiciones y costumbres arraigadas en nuestra tierra, que propiciemos ambientes de familia y de convivencia en todos los contextos donde tengamos relación y que en esta época del año que mejor momento que reunirnos con nuestros jóvenes, familia y amigos al lado del fuego para saborear unas buenas castañas.”
Alejandro Fernández, educador en la residencia de acogida Casa Don Bosco