Victoria Rey, educadora en la Casa Don Bosco de Villamuriel comparte con nosotras cómo es un fin de semana por allí:
“¡Por fin el viernes! Exclaman los chicos y las chicas de la Casa Don Bosco de Villamuriel de Cerrato al volver de las clases a la hora de la comida. Tras una larga semana de estudio y actividades, en el comedor se palpa un claro ambiente de cansancio pero a la vez de ilusión, por las numerosas posibilidades que nos ofrecen dos días de ocio y de un merecido descanso de las rutinas y las clases.
A medida que van pasando las horas, con ansia, esperan que llegue la tarde para poder ir a las actividades del Centro Juvenil Don Bosco o simplemente salir con sus amigos y amigas por el pueblo. Por la noche esperan con alegría e impaciencia poder elegir una película con un buen cuenco de palomitas junto con sus compañeros y compañeras de hogar, antes de irse a la cama sin la preocupación de madrugar al día siguiente para ir al colegio o al instituto.
Como educadores/as, el tiempo libre de los jóvenes lo cuidamos y tenemos muy presente. El mismo Don Bosco era consciente de la importancia de ofrecer un ocio de calidad para aquellos niños a los que acompañaba y guiaba, como bien decía “El ocio es un vicio que arrastra consigo a muchos otros vicios”. Por lo que a través del ocio debemos generar contextos seguros en los que el objetivo, además de disfrutar, pueda generar momentos en los que aprender valores éticos y experiencias saludables, que los ayuden a crecer en armonía y libertad.
Además de quedar con sus amistades, jugar con la Play Station o chatear por el teléfono móvil, también nos gusta organizar salidas y excursiones.
En la Casa Don Bosco siempre que tenemos la oportunidad participamos en todas aquellas actividades que nos conecten con el mundo que nos rodea, dado que es muy importante que se sientan parte de una comunidad.
Este mes, por ejemplo hemos participado en la festividad de la Romería de Santo Toribio o la comúnmente conocida como “Pedrea del pan y quesillo” en la ladera del cerro de nuestro apreciado Cristo del Otero. En la que tras la procesión del santo, decenas de palentinos y palentinas congregados bajo el balcón de la ermita, tratan de coger bolsas de pan y queso, dándose algún que otro empujón, pero siempre con alegría.
Después paseamos por el mercado en el que puesto a puesto, iban disfrutando de los juguetes, ropa y alimentación que en ellos se exponían. Realmente disfrutaron muchísimo del ambiente festivo y de la diversidad de gente que allí se concentró. Incluso las personas más ahorradoras… ¡pudieron llevar su propina para comprarse algún que otro capricho!
Para finalizar y relajarnos de tanto estímulo, y como premio a una tarde fantástica, nos deleitamos con unos deliciosos helados en el Parque de Isabel II, que siempre son muy bien recibidos y populares, con alegría e ilusión dado que nos encanta el dulce y más si es en buena compañía. Como decía Don Bosco: “La felicidad no es menor, si deseas compartirla”.
Y así damos por finalizado un fin de semana más…deseando que llegue el próximo, para poder vivir las nuevas experiencias y aventuras que nuestra comunidad nos brinda.”